Me gusta el fútbol, debo a esa suerte de rito secular muchos de los momentos más felices, emocionantes y decepcionantes de mi existencia… es que el fútbol puede ser como la vida, como el amor, como el arte, como una novela, cual una poesía, cual una decepción... así de impredecible. Sí, “No sólo es cosa de 22 cavernícolas corriendo en pos de un balón”… como dicen por ahí ciertos “listillos”, huachafos que usan tirantes, miran chueco como Sartré, y hasta tienen la desfachatez de peinarse con gomina o aquellos otros muchachones cuyo esnobismo los lleva a situarse por encima de las cosas corrientes y vanales de este cochambroso mundo… puah!... desafortunados sujetos, que acaso encuentran más gusto en correrse la paja (me refiero a la paja mental y aquella otra en la que, buenos ustedes saben…). Bueno, yo tampoco tuve infancia (futbolera se entiende)… pero sin embargo pese a que jamás nos comprendimos nada bien la pelota y yo (es una especie de amor imposible les diré), pude plasmar alguna que otra historia acerca del “juego” por excelencia. Hace algún tiempo se me encargó escribir un libro cuyo tema exclusivo eran los mundiales de fútbol, es de aquel volumen que he extraído la siguiente historia… una historia muy conocida, pero que yo cuento a mi sabor, no mejor por supuesto que su propio protagonista, el mejor, digan lo que digan (incluso él mismo)… “El Diego”.
El mejor gol de los mundiales: Maradona, Inglaterra, Las Malvinas y la Mano de Dios…
Tomado de "Anécdotas de los Mundiales de Fútbol"
Editora Amex - 2008
144 páginas
Autor: yo pues
Editora Amex - 2008
144 páginas
Autor: yo pues
De venta en Librerías Crisol (S/.18.00)
En 1982 Argentina e Inglaterra libraron la Guerra de las Malvinas en la que los primeros serían derrotados. Aquella catastrófica derrota marcaría a fuego a muchas generaciones de argentinos. Por eso cuando, cuatro años después, durante el mundial de México 86, Maradona y los suyos saltaron a la cancha para hacer frente al seleccionado inglés , lo hicieron persuadidos de que si había un partido que habían de perder no era precisamente aquél. Como diría el propio Diego, “aquel día jugarían por la bandera, los pibes muertos, los sobrevivientes y todos los argentinos”.
Cuatro años antes Argentina se había rendido a los británicos y el recuerdo de aquella humillante derrota estaba fresco en la memoria de los rioplatenses. De cualquier modo, pretender que lo ocurrido en “La Guerra de las Malvinas” no trascendiera al aspecto deportivo era inútil, estaba en el ambiente, esa tarde del 22 de junio de 1986 en el estadio Azteca de México. Se sentía en el modo como ingleses y argentinos agitaban sus banderas y alentaban a los suyos… no eran cánticos deportivos… ¡eran gritos de guerra!
“Exocet” Lineker
Entre los 115 mil espectadores que asistirían a ver el mejor gol en la historia de los mundiales, estaban los hooligans, aquellos barristas ingleses célebres por su fama de vándalos e instinto delincuencial, quienes agitaban sus banderolas con provocativas inscripciones: “Exoset” Lineker, en alusión al delantero Gary Lineker (quien terminaría siendo el goleador del torneo con seis dianas) y en muy clara referencia también a los torpedos Exocet que habían hundido cuatro años antes, durante la guerra, al crucero General Belgrano y que le costó la vida nada menos que a 400 argentinos.
Y estaban por supuesto los barra brava argentinos, quienes se reían de la arrogancia británica, ¿Exocet?, ¿Lineker?... ¿es que no saben esos atorrantes que nosotros tenemos a Dios de nuestro lado?, y era verdad, no sólo estaba de su lado, también jugaba para ellos llevando el número diez en la espalda.
De cualquier forma Dios se haría presente aquella tarde en el Azteca, con aquellos dos goles con los que la albiceleste daría cuenta de los súbditos de su majestad británica; el primero con esa mano, sin la cual su metro 66 de estatura hubiera hecho esteril el esfuerzo de superar al arquero inglés Peter Shilton (“la mano de Dios” diría él Diez después). Y aquel otro gol en el que con su corrida de sesenta metros dejó sembrado a medio equipo inglés.
"La mano de Dios"
Sobre los seis minutos del segundo tiempo, Steve Hodge intenta despejar el peligro de su área con tal falta de pericia que el balón elevado va a dar en dirección de su propia portería, se necesitaba de menos para que aquel prodigio forjado en el potrero de una zona suburbana de Buenos Aires, se anticipara con la mano izquierda para impulsar el balón dentro de la portería inglesa, dejando atónito al golkeaper Peter Shilton, al DT Bobby Robson a los hooligans, y a la misma reina Elizabeth. La verdad, más de uno en el estadio Azteca se dio cuenta... incluyendo al técnico Carlos Bilardo, a los argentinos, pero sobre todo "El Diego", quien luego contaría como corría a festejar con sus compañeros, en tamto miraba de reojo al árbitro tunecino Ali Bennaceur, quien sólo se limitó a señalar el centro del campo.
"La mano de Dios"
Sobre los seis minutos del segundo tiempo, Steve Hodge intenta despejar el peligro de su área con tal falta de pericia que el balón elevado va a dar en dirección de su propia portería, se necesitaba de menos para que aquel prodigio forjado en el potrero de una zona suburbana de Buenos Aires, se anticipara con la mano izquierda para impulsar el balón dentro de la portería inglesa, dejando atónito al golkeaper Peter Shilton, al DT Bobby Robson a los hooligans, y a la misma reina Elizabeth. La verdad, más de uno en el estadio Azteca se dio cuenta... incluyendo al técnico Carlos Bilardo, a los argentinos, pero sobre todo "El Diego", quien luego contaría como corría a festejar con sus compañeros, en tamto miraba de reojo al árbitro tunecino Ali Bennaceur, quien sólo se limitó a señalar el centro del campo.
El mejor gol de los mundiales
Los ingleses han sabido narrar tan bien sus jornadas épicas... como aquel poema de Lord Alfred Tennyson sobre la Carga de los 600 jinetes que hicieron frente al fuego mortífero de la artillería rusa en Crimea, si Tennyson hubiera estado aquella tarde en el estadio Azteca no hubiera considerado menos gloriosa la carga solitaria de Diego Armando Maradona, en la cual el diez hubo de hacer frente a la artillería enemiga, o en buena cuenta a los tabazos de la defensa británica que pugnaba por bajárselo... porque eso fue... una épica e inolvidable carga contra los que alguna vez fueron llamados "los mejores soldados del mundo".
La jugada que diera origen al mejor gol de los mundiales se dio cuando el defensor Héctor Enrique sirve un pase en el campo argentino a Maradona y este que ante la envestida malintencionada de los dos marcadores que se le vienen encima los deja en ficha... haciendo lo propio con quienes le salen al paso... de ese modo, uno a uno los deja atrás, y en avance endiablado va dejando sembrados en el campo a los más linajudos hombres de contención de la Premier League, amagando de derecha a izquierda a cuanto inglés le sale al frente: Glenn Hoddle, Peter Reid, Kenny Sansom, Terry Butcher y Terry Fenwick, quedan de lado como lo que son, infelices y pobres mortales cuyo destino ha quedado sellado para siempre por el propio DIOS; los dos últimos (Butcher y Terry) incluso llegan a cometerle falta, pero todo es en vano, finalmente ante la salida de Peter Shilton, el diez argentino coloca el balón dentro de las redes.
Los ingleses han sabido narrar tan bien sus jornadas épicas... como aquel poema de Lord Alfred Tennyson sobre la Carga de los 600 jinetes que hicieron frente al fuego mortífero de la artillería rusa en Crimea, si Tennyson hubiera estado aquella tarde en el estadio Azteca no hubiera considerado menos gloriosa la carga solitaria de Diego Armando Maradona, en la cual el diez hubo de hacer frente a la artillería enemiga, o en buena cuenta a los tabazos de la defensa británica que pugnaba por bajárselo... porque eso fue... una épica e inolvidable carga contra los que alguna vez fueron llamados "los mejores soldados del mundo".
La jugada que diera origen al mejor gol de los mundiales se dio cuando el defensor Héctor Enrique sirve un pase en el campo argentino a Maradona y este que ante la envestida malintencionada de los dos marcadores que se le vienen encima los deja en ficha... haciendo lo propio con quienes le salen al paso... de ese modo, uno a uno los deja atrás, y en avance endiablado va dejando sembrados en el campo a los más linajudos hombres de contención de la Premier League, amagando de derecha a izquierda a cuanto inglés le sale al frente: Glenn Hoddle, Peter Reid, Kenny Sansom, Terry Butcher y Terry Fenwick, quedan de lado como lo que son, infelices y pobres mortales cuyo destino ha quedado sellado para siempre por el propio DIOS; los dos últimos (Butcher y Terry) incluso llegan a cometerle falta, pero todo es en vano, finalmente ante la salida de Peter Shilton, el diez argentino coloca el balón dentro de las redes.
¡La afrenta de Las Malvinas había quedado vengada!
La guerra y el fútbol
Sobre aquel magnífico e irrepetible episodio el diez diría: “Antes del partido con Inglaterra los del equipo declarábamos que el fútbol nada tenía que ver con la Guerra de la Malvinas. ¡Mentira!, no hacíamos otra cosa que pensar en eso, ¡Un carajo que iba a ser otro partido más! En nuestra piel estaba el dolor de todos los pibes que los ingleses habían matado como pajaritos allá en Las Malvinas. Sentimentalmente hice culpable a cada uno de los ingleses de lo que había sucedido. Sé que parece una locura, un disparate, pero eso era de verdad lo que sentíamos. Era más fuerte que nosotros: estábamos defendiendo nuestra bandera, a los pibes muertos, a los sobrevivientes. Por eso el gol mío tuvo tanta trascendencia. En realidad los dos goles la tuvieron. El primero fue como meterle la mano en el bolsillo a un inglés y sacarles algo que no era de ellos, sino nuestro. Y el segundo tapó todo y eso era una revancha… era recuperar algo de lo perdido en aquella Guerra de las Malvinas".
Sobre aquel magnífico e irrepetible episodio el diez diría: “Antes del partido con Inglaterra los del equipo declarábamos que el fútbol nada tenía que ver con la Guerra de la Malvinas. ¡Mentira!, no hacíamos otra cosa que pensar en eso, ¡Un carajo que iba a ser otro partido más! En nuestra piel estaba el dolor de todos los pibes que los ingleses habían matado como pajaritos allá en Las Malvinas. Sentimentalmente hice culpable a cada uno de los ingleses de lo que había sucedido. Sé que parece una locura, un disparate, pero eso era de verdad lo que sentíamos. Era más fuerte que nosotros: estábamos defendiendo nuestra bandera, a los pibes muertos, a los sobrevivientes. Por eso el gol mío tuvo tanta trascendencia. En realidad los dos goles la tuvieron. El primero fue como meterle la mano en el bolsillo a un inglés y sacarles algo que no era de ellos, sino nuestro. Y el segundo tapó todo y eso era una revancha… era recuperar algo de lo perdido en aquella Guerra de las Malvinas".
“Ese pequeño bastardo…"
Los ingleses también tenían que decir algo después de su derrota, el defensor inglés Ferry Fenwick (uno de los que Maradona dejó sembrado en el césped del estadio) declaró: “Me alegra que un maravilloso gol estuviera entre los dos equipos al final. Sería infame pensar que ese pequeño bastardo nos sacó del mundial haciéndonos trampa. A su vez, el entrenador inglés admitió: “Está bien, el primero lo hizo con la mano… pero el otro valió por dos”.
Finalmente el delantero inglés y goleador del torneo Gary Lineker dijo de aquella jornada: “Sufrí el gol más bonito que a uno le pueden hacer. Lo sufrí como un amante del gol que soy, porque debe ser sin duda el mejor gol de la historia de los mundiales”.
Los ingleses también tenían que decir algo después de su derrota, el defensor inglés Ferry Fenwick (uno de los que Maradona dejó sembrado en el césped del estadio) declaró: “Me alegra que un maravilloso gol estuviera entre los dos equipos al final. Sería infame pensar que ese pequeño bastardo nos sacó del mundial haciéndonos trampa. A su vez, el entrenador inglés admitió: “Está bien, el primero lo hizo con la mano… pero el otro valió por dos”.
Finalmente el delantero inglés y goleador del torneo Gary Lineker dijo de aquella jornada: “Sufrí el gol más bonito que a uno le pueden hacer. Lo sufrí como un amante del gol que soy, porque debe ser sin duda el mejor gol de la historia de los mundiales”.
Finalmente qué puedo decir sino que yo lo vi, lo viví, vi hacer el mejor gol de los mundiales al mejor jugador de todos los tiempos, yo lo vi... él se las metiooooooo a los ingleses jijunas ¡Como Dios manda!
El mejor gol de los mundiales: