miércoles, 23 de marzo de 2011

Terra Nostra

La Inmigración Italiana en el Perú







Diario La República

Revista Domingo

30 de diciembre de 2001


Navegantes y conquistadores, sabios y reinos de belleza, futbolistas y hasta mafiosos; no cabe duda de que los inmigrantes italianos y sus descendientes se han ganado por derecho propio un lugar en nuestra historia. El periodista Pompilio Inglesi, director de la revista Incontri, habla de algunos de estos personajes sobre los que versa su libro “Progenie Itálica”, próximo a publicarse.

Hacia mediados del siglo XIX el Perú, en formación aún como república desde la época de la conquista, seguía recibiendo aportes los aportes culturales más diversos. A los antiguos peruanos, a los españoles y africanos que llegaron tras la conquista, se habían ido sumando otros inmigrantes llegados en busca de la fortuna que en sus tierras les había sido esquiva.
Llegaron por ejemplo los ingleses y su inveterado gusto por el té y la puntualidad (cosa que evidentemente nunca pegó); los chinos, con su exótica sazón y contagiosa afición por el opio, y, naturalmente, los italianos, quienes entre otra cosa nos trajeron el bel canto, los tallarines y los panteones. No obstante, sería mezquino atribuir tan poco a los inmigrantes de la península de la bota y sus descendientes, muchos de quienes han sabido ganarse un sitial en nuestra historia.
“El caso de los italianos destaca nítidamente –afirma Pompilio Inglesi, quien es además presidente de la Associazione Italo Peruana- obsérvese tan sólo en quien es uno de los héroes máximos del Perú: Francisco Bolognesi, que no fue de ascendencia inglesa, alemana, sino itálica. Ahora, como él, pueden encontrarse otros muchos casos; lo que pasa es que aquí estamos acostumbrados a hablar de Raimondi o Donofrio, ignorando a quienes incluso se contaron entre los primeros vecinos de Lima”.

El morro solar y los héroes
Entre los conquistadores que se avecindaron en Lima estuvo el soldado de origen genovés Antonio Solaro O Solari, a quien sus compañero llamaban “Solar” y que en mérito sus servicios prestados le sería adjudicada la villa de Surco. Al tomar posesión del lugar, dio su nombre a un promontorio que solía usarse como mirador para avistar a las naves que llegaban desde Europa: El “Morro Solar”.
Algunas de esas naves llegarían desde Génova, en la región de la Liguria, y traerían consigo a diestros navegantes, entre los que se distinguió Andrés Barbaza; quien residió en Lima desde 1543 y era contramaestre de un galeón llamado “El San Juan”; se trata del primero de muchos italianos que ejercerían ese oficio en el puerto del Callao.
“Ahora, dice Inglesi, la comunidad italiana supo retribuir a la tierra que tan generosamente los acogió. En abril de 1866, por ejemplo, cuando la Armada Española se aprestaba a atacar el Callao, y previéndose los incendios causados por efectos de un posible bombardeo, el súbdito italiano Emilio Longhi convocó a 300 de sus compatriotas, quienes gustosos aceptaron vestir la casaca roja de la primera compañía de bomberos “La Roma”. Así, cabe destacar que durante el “Combate del 2 de Mayo” los miembros de la Roma se comportaron a gran altura, contándose más de una baja entre sus miembros.
Otro tanto ocurría a principios de 1881, cuando consumado el sacrificio de Bolognesi en Arica el ejército chileno se encaminó hacia Lima desde el sur. Vencedores como es sabido en la batalla de San Juan, la victoria volvió a ser suya en Chorrillos frente al improvisado ejército de emergencia. Las tropas del ejército vencedor se entregaron entonces a los más terribles actos de barbarie en contra de la población civil; entre otras cosas, luego de saquear las viviendas, procedían a incendiarlas. Los jefes del ejército invasor habían conminado a los miembros de las distintas compañías de bomberos a no apagar los siniestros, en caso contrario sufrirían las consecuencias.
Sin embargo, era tal el sufrimiento de quienes veían destruidas sus moradas, que el comandante de la compañía Garibaldi y sus compañeros dejaron de lado el temor que les inspiraba la soldadesca chilena y procedieron a combatir el fuego. Los chilenos los arrestaron casi en el acto y los colocaron frente a un pelotón de fusilamiento. Así, los bomberos italianos Felipe Bargna, Lucas Chiappe, Ángel Cipillini, Ángel Descalzi, Juan Bautizta Leonardi, Pablo Marzano, Enrique Nerini, Juan Ognio, José Orengo, Juan Pauli, Pablo Risso. Lorenzo Strana, Valentín Egidio y el peruano Domingo Ayarza corrieron la misma suerte de muchos otros, ejecutados por los invasores.

Con una mano adelante…
Solía ocurrir, según afirma Inglesi, que los inmigrantes que zarpaban desde la península como campesinos desembarcaban en el Callao u otras cosas más, ansiosos de “hacer la América”. No obstante, hubo quienes, sacrificando su cómodo estatus social y económico, lo dejaron todo para venir a trabajar al Perú; tal el caso del conde Carlos Radicati di primeglio. Radicati, nacido en Turín en 1914 y muerto en Lima en 1990, quien fue uno de los primeros historiadores que se ocupó de estudiar el sistema contable de los Incas. No son pocos los textos que publicó sobre los quipus y su interpretación.
Otro caso relevante es el de Duccio Bonavia, quien habiendo nacido en Spalaton(Dalmacia), optó por la nacionalidad peruana luego de llegar muy joven a nuestro país. Abocado por completo al ejercicio de la etnología y arqueología en el Perú, emprendió una serie de investigaciones, entre las que destacan estudios diversos sobre pinturas murales prehispánicas; domesticación del maíz en los Andes Centrales, una demostración científica de que los camélidos no son animales especializados de altura. Bonavia es, además, coautor de Dictionnaire de la Préhistore (1988) publicado en París y participante en The Dictionary Ofart (1996), editado en Londres.

Las calles, la mafia y las bellas
Desde la calle de “Quemado” en el centro histórico de Lima, cuyo nombre se debe al trágico episodio en el que un comerciante italiano perdió la vida al estallar en su bodega un cargamento de pólvora, son muchos los personajes de esa nacionalidad que han dado su nombre a rincones de nuestra ciudad.
Cuéntese entre ellos, asevera el presidente de la Associazione Italo Peruana, a Giuseppe Larco o José Larco como se le nombra en una céntrica calle miraflorina, fundador y director del Banco Italiano del Perú, hoy conocido como Banco Italiano de Crédito. Del mismo modo, hasta hace poco, una de las arterias principales del distrito de Lince llevaba el nombre del general César Canevaro, esforzado militar que si bien no cayó en el campo de batalla, supo batirse valientemente en defensa de la patria durante la guerra con Chile, en la que pese a caer gravemente herido durante la batalla de San Juan, asumió la alcaldía de Lima, desde donde combatió las tropelías del ejército invasor.
Empero, como es de suponerse, en todas partes se cuecen habas, y así como a los Estados Unidos llegaron los Cappone y los Luciano, por aquí vinieron a dar también pájaros de similar plumaje. Como Pascuale Buccolo, un avezado miembro de la “Camorra” o mafia napolitana, quien a mediados de los años cincuenta se daría el lujo de burlar el fiasco. Encausado por la justicia, desaparecería misteriosamente; más de uno de sus paisanos presume que yace en el fondo del mar, modalidad usada por la Camorra para desaparecer a los caídos en desgracia al interior de su organización criminal.
Con todo, más de un lector podrá estar de acuerdo en un hecho, y ello es que lo mejor que nos ha podido llegar desde la bella Italia son, desde luego, las italianas, las que a su vez han retoñado a no pocas beldades que hoy son un regalo para nuestros sentidos. Cuéntase entre ellas a “Su Majestad” Fiorella Vismara, quien representara a Perú en el último concurso internacional Miss Italia Nel Mondo. Junto a ella destacan las ex “chicas torbellino” Fiorella y Bárbara Cayo (o caio), la mulata Mariela Zanetti y Viviana Rivasplata Aita, la rutilante Miss Perú Mundo, descendiente de italianos por la rama materna.

Calcio Peruano
Para muchos, el mejor fútbol del mundo se juega en las orillas europeas del mar Mediterráneo, específicamente en los torneos italiano y español; pero sobre todo en el primer caso, a donde anualmente llegan los mayores talentos del balompié universal, mediante millonarias transacciones, para medirse con los Vieri, del Piero y Ensagui en procura del Scudetto de la temporada di calcio.
Vale la pena recordar por eso que hace más de un siglo los antepasados de los Maradona y Batistuta llegaron a la Argentina, los Bellini y Rivelino a Brasil; los Giggia y Schiaffino a Uruguay… y bueno… los Ferrari y Galliquio –entre otros- a Perú . Sí, Galliquio. Para quienes están familiarizados con el fútbol profesional peruano, podría parecer cosa de broma hablar del último de los jugadores mencionados, quien ciertamente no parece tener nada de italiano.
“Lo que pasa –Comenta Pompilio Inglesi festivamente- es que, y esto es cosa muy sabida, a los italianos nos gustan las morenas; por eso se ve “tanta gente del pelo” con apellido italiano por ahí (jajajaja). Pero bueno, hablando e serio, lo que ocurre es que los italianos somos quienes más nos hemos integrado a la sociedad peruana, sin hacer distingos. Es muy escasa la población mestiza con apellidos anglo, franco o germánico, en cambio sí se va encontrar personar de ese tipo con ascendencia itálica. Finalmente, en cuanto a nuestro amigo Galliquio (cuya escritura correcta es Gallicchio), no me extrañaría que descienda de algún compatriota establecido en la zona de Chincha, entre mediados del siglo XIX y principios del siglo XX.
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