lunes, 24 de mayo de 2010

"LA CARMAÑOLA"


Lo mismo que todas las revoluciones, la francesa tuvo también su ingente cuota de sangre. Para el pueblo francés no había mayor motivo de júbilo que el que por fin los odiados aristócratas, aquellos que durante siglos los habían oprimido pagaran sus crímenes en la guillotina. Cuando el verdugo Sansón mostraba las cabezas cegadas por “la barbera nacional”, las expresiones de júbilo de los ciudadanos llegaban al éxtasis danzando al son de de las canciones de moda compuestas por el ingenio popular en plena época de “El Terror” como “Le Carmagnole” o “La Carmañola” y “Ça ira”, melodías que eran objeto de las pesadillas de la otrora clase privilegiada, cuyos integrantes encerrados en prisiones como La Force o la Conceglerie, esperaban turno para trabar conocimiento con el célebre y “piadoso” invento del Dr. Guillotín.

“Los sin calzones”
Para el año 1792, Luis XVI y María Antonieta, los reyes de Francia eran tan sumamente impopulares que sus súbditos ardían en deseos de deshacerse de ellos y proclamar la república. Sin embargo, los sectores moderados tardaban en tomar una decisión y entonces a modo de protesta los parisienses comenzaron a hacer notar su disconformidad cantando Le Carmagnole.
Se trataba de una melodía que los soldados franceses que fueron a luchar al Piamonte italiano llevaron hacia el sur de Francia y desde ahí a París. En sí, la carmañola era un conjunto de vestir masculino, compuesto por una chaqueta y un chaleco; prendas que fueron adoptadas por los activistas más recalcitrantes de la revolución: los jacobinos, pero sobre todo por el ala más extrema los “sin cazones” o sans culottes (que era como se llamaba a los misios).
La letra, traducida del francés decía poco más o menos:

Bailen los sin calzones
y viva el son, y viva el son.
Bailen los sin calzones
y viva el son del cañón.

I
Yo que soy un sin calzones
un baile tengo que dar
y en lugar de guitarras
cañones sonaran

II
Si alguno quiere saber
por qué estoy descamisado,
porque con los tributos
el Rey me ha desnudado.

Por cierto, hay que aclarar que los revolucionarios franceses no eran unos impúdicos tales que caminaran por ahí sin calzones o calzoncillos… en aquella época se llamaba calzones a aquella prenda que hacía les veces de medias o calcetines y que podían llegar hasta la rodilla.
Tal era la canción al ritmo de la cual danzaban los revolucionarios mientras el buen Sansón separaba con destreza la cabeza del tronco a los pérfidos aristócratas.

Ça Ira
Era otra canción popular entonada por los revolucionarios en plena vorágine sangrienta era “Ça Ira”, que podría no traducirse sino interpretarse como ¡Venceremos!, y cuya letra nos da más o menos idea de lo mal que la pasaba la monarquía y los pobres aristócratas. La famosa canción inspiró incluso una ópera al compositor inglés Roger Waters, que ambienta naturalmente los eventos fatídicos de la revolución. La letra decía así:

Ça ira, Ça ira, Ça ira
En Francia hay una revolución
Ça ira, Ça ira, Ça ira
Vigila lo que dices o la cabeza perderás
Ça ira, Ça ira, Ça ira
Para pasar el tiempo, una ejecución debes mirar
Ça ira, Ça ira, Ça ira
Un dex, trois y muerto caerás
Ça ira, Ça ira, Ça ira
La historia de María Antonieta vas a escuchar
Ça ira, Ça ira, Ça ira
La visión más sangrienta que nunca verás

Escúchenlas… si tienen buen oído se divertirán, la versión de Ça ira la interpreta el célebre “Gorrión de París”, Edith Piaf…

Le Carmagnole:
Ça ira:

miércoles, 19 de mayo de 2010

"EL DÍA QUE REYNA OPACÓ AL REY"

La misión encomendada al no muy brillante pero correcto jugador peruano Luis Reyna durante las eliminatorias para el mundial México 86, asemeja en mucho a esas misiones que muchos calificarían como imposibles… imagínense… anular nada menos que al mejor jugador del mundo… al mejor de todos los tiempos... a D10s… a “El Diego”… a Maradona… No obstante, la misión fue cumplida a cabalidad y Perú le pudo ganar a Argentina por 1 a 0, pasando Luis “Cachete” Reyna a convertirse en el único jugador que pudo “anular” literalmente al “diez”.

Es historia conocida. Perú no había comenzado haciendo una buena eliminatoria para el mundial de México 86. Había perdido su primer partido frente a Colombia por 1 a 0 en El Camping de Bogota, empatando con el mismo rival en Lima cero a cero y ganándole por la mínima diferencia a Venezuela a domicilio. Ante tan malos resultados, la dirigencia optó por hacer un cambio en el comando técnico; salió Moisés Barak para dar paso al “niño terrible” Roberto Challe, aquel ex volante de Universitario de Deportes, quien había sacado de quicio a los argentinos en la Bombonera, durante las eliminatorias para México 70.
Maradona y otros diez más
Los Cueto, Uribe, Barbadillo y Oblitas reaccionarían bien ante el cambio. Con Challe como director técnico lograron golear por 4 a 1 a los venezolanos. Pero ahora venía el verdadero problema, no sólo era Argentina a la que había que derrotar, eran, como se decía por aquel tiempo: “Maradona y otros diez tipos más”... Maradona nada menos. Ciertamente, después del mundial de España 82 en donde fue molido a patadas por Claudio Gentile de la selección italiana, Diego había conseguido demostrar en Europa, tanto en España como en Italia, todo lo que su genialidad futbolística era capaz de dar.
Ahora, Challe tenía frente a sí todo un reto: ¿a quién debía confiar la marca de Maradona?, ¿al patrón José Velásquez? De ningún modo, este último cumplía otras funciones en el equipo, había que recurrir a otro jugador. Primero pensó en Jorge Olechea, pero una inoportuna lesión lo sacó de sus planes. Entonces puso los ojos en el volante de Universitario Luis Reyna. Un jugador nada brillante, pero si muy cumplidor: “un cuatro pulmones”, de esos que te corren toda la cancha, recuperan pelota y se la pasan al compañero mejor ubicado.
¿Estarías dispuesto a marcar a Maradona?, preguntó Challe a Reyna, a quien por otro lado, lo único que le importaba era jugar: “Ponme donde quieras Roberto, lo que quiero es estar en el equipo”.

¿Dónde carajo está Diego?
Llegó así el día del partido: domingo 23 de junio de 1985, el estadio Nacional colmado en sus cuatro tribunas. Maradona con la banda de capitán lucía condescendiente estrechando las manos de los jugadores peruanos. En realidad reinaba el entusiasmo entre los argentinos, venían de ganarle a Colombia por 3 a 1 en su casa y aparentemente el equipo peruano no era el mismo de México 70 y ni que hablar de Argentina 78 o si quiera el de España 82.
Una vez que sonó el silbato del árbitro, los jugadores argentinos comenzaron a pasarse la pelota entre ellos desconcertados, ¿dónde carajo estaba Diego? Decían sin saber que hacer. Buscaron entonces la camiseta albiceleste número 10 y la encontraron, sí, y junto a ella pegada como una estampilla, no dejando ni siquiera respirar a Maradona, la camiseta blaquirroja número 17. ¿Quién es ese tipo?, rumiaban los jugadores Valdano, Rugeri y Batista.

“Hasta La Habana me siguió el hijo de puta”
Aquel día un oscuro jugador del club Universitario de Deportes pasaría a la posteridad por haber reducido a la impotencia a Maradona, quien no pudo hilvanar una sola de sus geniales jugadas. La zurda prodigiosa “del diez” no apareció durante todo el partido, sin embargo Reyna no le cometió una sola infracción, fue una marca pegajosa pero leal. De ese modo, maniatado el cerebral jugador argentino, los peruanos lograron imponerse a los rioplatenses por un gol a cero, obra de Juan Carlos Oblitas.
El resto es historia conocida. El partido de vuelta sería empatado por Argentina faltando ocho minutos para terminar el partido y los albicelestes se alzarían con la copa del mundo en México 86, siendo aquel el inició una larga ausencia de Perú en los mundiales, la cual se prolonga hasta la actualidad.
Pasaron los años y Maradona recordó la marca que le hizo Reyna en su libro “Yo soy el Diego”: “Aquel muchacho me siguió hasta el baño, ¡una cosa de locos viejo! En una jugada pisé mal y salí de la cancha, para que me viera el doctor. ¡Y el tipo me siguió hasta el borde de la cancha! Cuando volví se me paró otra vez al lado. Me hablaba, me hablaba... Cada uno hace lo que puede, pero éste muchacho se pasó de la raya... Me pegaba trompadas también... Que bárbaro ese Reyna... Y pensar que a Cuba me llegó una pelota firmada por todos los futbolistas peruanos, deseándome la recuperación y estaba la de él también... Hasta La Habana y a los 40 años me siguió el hijo de puta”.

sábado, 15 de mayo de 2010

"LILI MARLEEN"



Hace unos días, el 8 de mayo, el mundo conmemoró el final de la Segunda Guerra Mundial… todo el mundo se acordó entonces del tal por cual de Adolf Hitler, del holocausto judío y naturalmente, de los soldados caídos que contribuyeron a liberar al mundo del fascismo, sin embargo, nadie pareció acordarse de ELLA…, lo que entiendo es una verdadera injusticia… y es que ella también merecía un homenaje… vaya si se lo ganó…

Hace unos setenta años, poco más o menos, los ejércitos más poderosos de la tierra se levantaron unos contra otros a fin de imponer su supremacía... desde todas partes de Europa, África, Asia y América acudían los jóvenes soldados, morral y fusil al hombro, ciegos a una voluntad superior a la suya para hacerse matar entre sí… por el fuhrer, por la democracia, por el Duce, por los oprimidos del mundo… todos ellos sin embargo tenían algo en común… estaban enamorados de la misma chica… de Lily Marleen…

“Soldaten auf der Wacht”
Era agosto de 1941 y la Segunda Guerra Mundial había dado inicio dos años antes… entre muchos de los oficiales que fueron movilizados entonces estuvo el teniente Kart Heiz Reitgen, quien recibió la comisión de tener a su cargo la dirección de una emisora militar en la ciudad de Belgrado (en la ex Yugoslavia). Para cerrar las trasmisiones dedicadas a la Whermatch (las fuerzas armadas alemanas), cercana las diez de la noche el teniente Reitgen ponía un disco que pronto se hizo muy popular.
La canción se llamaba “Lily Marleen”, en ella un soldado cantaba a su novia a la que había dejado en casa, y con la que esperaba volver a encontrarse después de la guerra… “al pie de una farola y frente al cuartel”… la letra se basaba en un poema compuesto por el soldado alemán Hans Leip, durante la Primera Guerra Mundial y cuyo título original era “Soldaten auf der Wacht” (“Canción de un joven soldado de guardia”), posteriormente habría de ser musicalizada, pero sólo alcanzaría popularidad cuando el teniente Reitgen comenzó a pasarla en plena Segunda Guerra Mundial desde aquella estación radial en Belgrado.

Martha Sánchez…
El asunto es que la melodía evocativa y melancólica no sólo fue del gusto de los soldados alemanes sino también de aquellos que estaban del otro lado de las líneas, de tal modo que pronto hubieron versiones de “Lli Marleen” en inglés, francés, danés, húngaro, italiano, finés y hasta en español… y así "Lili Marleen se convirtió en la canción de todos los soldados de la Segunda Guerra Mundial.
Y es que todos tenían en casa a una Lily Marlenn a cuyos brazos querían volver al terminar aquella “Maldita Guerra”… desde los soldados nazis que marchaban bajo las órdenes del mariscal Rommel en África, los aliados que combatían mientras avanzaban por Europa… los italianos que se veían forzados a luchar por el Duce en una causa en la que no creían hasta los legionarios españoles de la división azul que combatían en Moscú.
Debo admitir que la primera vez que trabé conocimiento con la famosa canción fue a través de la desastrada versión de aquel grupo español “Olé Olé” (1985), que lastimosamente destruye el sentido original del mensaje… convirtiendo al romántico soldado que evoca a la novia lejana en un cobarde marica, en fin… he ahí las dos versiones, la de Marlene Dietrich (1944, y con la que naturalmente me quedo) y la de la riquísima de Martha Sánchez, que termina asesinando a la pobre Lily Marleen. Pero antes la letra escrita por el soldado Hans Leip.

Lyly Marleen (Hans Leip)

Frente al cuartel,
delante del portón,
había una farola,
y aún se encuentra allí.
Allí volveremos a encontrarnos,
bajo la farola estaremos.
Como antes, Lili Marleen.
Nuestras dos sombras
parecían una sola.
Nos queríamos tanto
que daba esa impresion.
Y toda la gente lo verá,
cuando estemos bajo la farola.
Como antes, Lili Marleen.
Pronto llama el centinela
"Estan pasando revista
Esto te va a costar tres días"
Camarada, ya voy
Entonces nos decíamos adios
Me habría ido encantado contigo
Contigo, Lili Marleen
Ella conocía tus pasos
tu elegante andar
todas las tardes ardía
aunque ya me había olvidado
Y si me pasara algo
¿Quién se pondría bajo la farola
Contigo?, Lili Marleen
Desde el espacio silencioso
Desde las tierras de la tierra
Me mantienen como en un sueño
tus adorables labios
Cuando la niebla nocturna se arremoline
yo estaré en la farola
Como antes, Lili Marleen

http://www.youtube.com/watch?v=bUsePoATbrU (Versión Original)
http://www.youtube.com/watch?v=ER6VYMRaLpU (Olé Olé)
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