sábado, 30 de abril de 2011

¡Hasta la vista...!



El presente post está ilustrado con fotos, afiches, portadas de revistas y spots que elaboré para el gremio médico, durante mi gestión como asesor de prensa.

Definitivamente no soy socialista, creo tener conciencia social, pero no siento tener inclinaciones políticas, afines a las corrientes de izquierda. Como comunicador social busqué figurar en los medios de expresión, escritos sobre todo. Sin embargo, quiso la fortuna que llegara a ocupar el puesto de asesor de prensa del gremio médico y como tal me desempeñé en los últimos años.

¡Orgullo!
No sé si lo hice bien o mal finalmente, en todo caso, sí me siento orgulloso de haber hecho lo mejor que pude cuando me avoque a dar a conocer las condiciones en que trabajan la gran mayoría de ellos, especialmente los que laboran para el Ministerio de Salud, y más todavía, tratándose de quienes ejercen esta profesión en provincias.
Repito, no soy de izquierda, y para nada me aprovecharía lisonjear o pasarles la mano a quienes hasta no hace mucho eran mis empleadores –es más, llegado un momento consideré que mi ciclo se había cumplido y que debía dar paso a otro profesional y así me fuí, luego de dar las gracias.
Sin embargo, de todo corazón espero que sus condiciones laborales mejoren al cien por ciento. Creo que en general, los profesionales médicos son estupendas personas y no como algunos de mis colegas los muestra o pretende hacer de ver… yo sé bien en todo caso a donde apuntan todos ellos… yo mismo he caído en eso, sí, lo confieso… a veces nos dejamos llevar por la tentación de un titular rimbombante en primera plana… ¡es la gloria!...

¡Negligencia Médica!

¡Sorprenden a médicos durmiendo!

Aún recuerdo, así como la mayor parte de mis compatriotas, a aquel estrambótico personaje, economista, cuenta cuentos e inventor de no sé qué dizque, a quien –no sé como diablos- nombraron ministro de salud, valiente cabrón en realidad… y muchos de mis colegas iban felices a tomarl fotos a los médicos mientras descansaban. Pero bueno, ¿quiénes eran ellos para estar versados en la bendita “Ley del Trabajo Médico”?, una de cuyas disposiciones regla el que los médicos pueden descansar, sobre todo cuando han tenido harta chamba… pucha… ¿acaso creen que después de aquello de estar limpiando sangre, suturar heridas, atender partos y cesáreas la gente queda fresca como una lechuga?

Apuros y apremios
En fin, yo sé, a veces nos apremian en la redacción con aquello del cierre de edición, yo en lo personal he vivido como editor la angustia de no contar con un buen titular, pero por Dios queridos amigos… de ahí a andar manoseando el prestigio profesional de otra gente así como así…
Pobres tipos, por ejemplo, aquellos a los que crucificaron por lo de la amputación de la pierna equivocada a aquel anciano en el Hospital Sabogal del Callao… algunos de mis colegas hicieron una fiesta con esa historia en las primeras planas de sus medios… por Dios… por qué no se informaron mejor, se hubieran dado cuenta que era cuestión de tiempo, muy poco tiempo en realidad, para que se le amputen ambas piernas, así de mal estaba el pobre viejito… pero no… se terminó por destruir la carrera de ambos médicos y para peor, como siempre suele ocurrir cuando uno de ellos yerra (porque errar es humano, sino pregúntenle a Adán y Eva), todos los médicos terminan por ser señalados…

¡60 lucas de sueldo!
Luego están aquellos médicos a quienes les pagan hasta 60 soles mensuales, ¿puede creerse?... gente que luego de estudiar nueve años, a veces no tienen ni siquiera guantes quirúrgicos para atender a sus pacientes. No hace mucho, por falta de elementos de bioseguridad un joven médico falleció como resultado de haberse contagiado de peste bubónica.
Repito, no soy de izquierda, no soy rojo ni anaranjado, y no creo en las promesas del comandante, ¡en ninguna!... ojalá que la china sea presidente, la considero más auténtica y en modo alguno siniestra como su papi… pero eso sí, espero que todos los médicos –independientes de su ideología o de aquello en lo que creen- con quienes compartí trinchera, logren obtener el trato que con justicia merecen, son las mejores personas del mundo... , en especial una, a quien simplemente llamaré la Emperatriz de Bizancio, no obstante sus ideas socialistas, asaz contrarias a ningún tipo de monarquía (imagínense llamar “Sardanápalo” a Napoleón)… es una magnífica persona, hermosa y talentosa (con sus bemoles) ojalá le vaya muy bien y que Dios la bendiga… ¡Viva el Gremio Médico!


http://www.youtube.com/watch?v=0ilLX_9nnX4

http://www.youtube.com/watch?v=4KRWo2F1lpw&feature=related

jueves, 21 de abril de 2011

En verdad, ¿eres tú el “Cristo Cholo”?



“Sí, tú lo has dicho, cada semana santa amigo, sin faltar una sola vez, desde hace 31 años”, responde Mario Valencia mientras comienza a vestir su habitual indumentaria, a saber… túnica blanca, manto rojo, sandalias… y por cierto, una especie de taparrabo que lleva de la cintura para abajo y con la cual, una vez flagelado y puesta sobre sus sienes la corona de espinas, habrá de recorrer el camino del cerro San Cristóbal para ser sometido al vil suplicio romano de la cruz a fin de reconciliar al género humano con el vengativo Dios de Abraham.
Pero aquello habrá aún de esperar, Jesús se mira al espejo, y luego de alisar sus crenchas nazarenas, y acicalar sus barbas, concluye que es el mismísimo hijo del hombre, tal y cual y de punta en blanco, listo para ser aclamado por la muchedumbre a su paso por las calles de Jerusalén, caballero en un jumento… o al menos esa sería la idea a fin de seguir a pie juntillas el guión original o lo que hace constar el evangelio según San Marcos, que para el caso es lo mismo. Sin embargo a poco habríamos de constatar que en ocasiones “Es Dios quien propone y el hombre quien dispone”.
-Imagínate hermano, uno escenifica la pasión de Cristo sin fin de lucro alguno, para que la gente mantenga viva la fe en el redentor de la humanidad y me quieren cobrar una luca por el alquiler…
-Tranquilo Jesús, Dios proveera… ¿no dicen? –y entonces Jesús me mira con cierto descreimiento…
-Ojalá y así sea hermano, no es lo mismo que Jesús entre a Jerusalén en pleno domingo de ramos a pie…
Pero la cosa no pierde nunca su encanto, sobre un pollino o a pie Jesús es Jesús y la gente lo aclama agitando las palmas de olivo, además están junto con él, Simón Pedro, Juan “el discípulo amado” y hasta Judas Iscariote, quien no obstante su ingrato papel resulta ser un sujeto de lo más carismático, no obstante algo me hace dudar de su invariable sonrisa, el pata como que parece estar medio “stone”… bueno, y ¿quién podría mantener la serenidad en situación tal sin un poco de ayuda extra…?, en breve, habrá de entregar a su maestro a los fariseos y doctores de la ley del sanedrín, a cambio de 30 lucas. Así, el Cristo continúa impertérrito su paso rumbo a su destino, mientras una viejecita, con el rosario en la mano, aparentemente incapaz de respirar siquiera, vocifera a voz en cuello: ¡Hosanna en las alturas, bendito el que viene en nombre del señor!
Sin embargo, pese al tremendo vocinglereo, nos damos con que no todo es júbilo entre quienes aclaman a su paso al hijo del hombre.
-Ay joven… ya no es lo mismo, antes venía más gente –refiere una dama de piel cetrina quien se recursea por estas fechas vendiendo palmas de olivo.
-¿Y por qué cree usted que ya no viene mucho la gente? –la inquirimos.
-Debe ser la falta de fé, la gente ahora viene de pura novelera, antes incluso se veía llorar a la gente cuando aparecía Jesús, ahora hasta se burlan, ya ni los jóvenes respetan…
En efecto, a la puerta de una casa observamos a un grupo de muchachos del barrio “bebiendo la sangre de Cristo”, mientras escuchan a volumen alto un pegajoso tema de moda a ritmo de reggaeton, al ver pasar al hijo del hombre, uno de ellos levanta su copa en alto espetándole: ¡Salú Jesús!
Jesús no dirá esta boca es mía en todo lo que resta del trayecto, después de todo, ¿para qué arrojar perlas a los cerdos?

lunes, 18 de abril de 2011

Un clásico mañanero en el Callao


El pan con chicharrón
Diario Prensa Chalaca
(Setiembre de 2010)

La pasé mostro trabajando en el primer puerto y una de las cosas felices que hice fue esta nota sobre las chicharronerías... buena gente los jalados, nunca había comido tanto chicharrón gratis...

Cada día el Callao despierta con el rugido de la mar, la alegría característica de su gente y desde luego… con el sabor inconfundible de un sabroso pan con chicharrón… acompañado por supuesto del inefable cafecito, en uno de los más concurridos puntos gastronómicos del puerto: el Mercado Central, adonde acudir a comer pan con chicharrón es todo un clásico, gracias a los industriosos inmigrantes chinos afincados en el primer puerto.

¡Chino con Ch…!

Al dar las seis de la mañana, los jalados del Mercado Central (chinos de la China, de Cantón y de Hong Kong) encienden sus peroles pletóricos de aceite e inician la meticulosa preparación de uno de los más prodigiosos deleites del desayuno en el primer puerto… -Alto ahí comparito –interrumpe de pronto, quien es considerado por la gran mayoría de los viandantes chalacos –y de sus propios colegas- como el patriarca de los chicharroneros chalacos, Don Jano Loo –cosa que pudimos comprobar un día domingo, desde muy tempranas horas de la mañana- mira comparito todo está muy bien, pero yo de chino sólo tengo los ojos, en todo caso soy un chino con ch…, chino del primer puerto, más chalaco que la Mar Brava y recontrahincha del Boys … ¿entiendes? Es que, definitivamente, muy al margen de corresponderle el privilegio de ser nada menos que miembro de una ilustre familia de maestros cocineros, a la que cabe el honor de haber sido la pionera en la venta del pan con chicharrón en el primer puerto, Don Jano puede preciarse de tener comensales no sólo en el Callao, sino de todas partes de Lima… gente de todos los colores, pelos y bolsillos, que se allegan a pedir desde una oferta (dos panes con chicharrón y camote frito, más su tacita de café o su jugo de frutas) hasta cuatro o cinco kilos de sabrosa marranita.

Maestro Chicharronero

-Así es –retruca don Jano- lo que pasa es que nosotros ya llevamos en esto casi desde principios del siglo pasado, cuando mi padre llegó desde Cantón, en China, como tantos otros paisanos, y se dedicó al negocio, aquí en el mercado. Cuando nos acercamos al “maestro chicharronero”, jalado como el resto de sus paisanos, nos imaginamos que al igual que ellos nos iba a responder con monosílabos al igual que los otros. -Ta’ compare –nos dice enarcando sus ojos chinitos- yo soy chalaco como tú… ¿o tú no eres chalaco?... creo, cómo no me vas a conocer, pregúntale acá a la gente, míralos como hacen cola… a mí me cabe el orgullo de haberle vendido chicharrón a más del 80 por ciento de la gente del Callao. Y debemos reconocer, con la debida objetividad que es verdad, ningún puesto del sector de los chicharroneros es tan concurrido, al menos al interior del mercado, como el suyo, en el puesto 302. En tanto, don Jano no deja de hacer trizas los grandes trozos de chicharrón con una destreza poco común, ante la mirada anhelosa de sus clientes, que miran con ansia la fragante fritanga, dándose pausa para convidarnos un trocito: -¿Qué te parece campeón?- nos dice. -¡Pues muy bueno! -¿y tú qué dices moreno? El aludido, un robusto y alto caballero de tez oscura nos dice que en todo Lima y el Callao, no hay sabor que se compare al sabor de los chicharrones de Don Jano. -Yo llevo treinta años viniendo aquí –agrega Paul Camacho- como antes lo hicieron mis hermanos mayores y mis padres, yo vengo ahora desde Surco y no sólo por el buen sabor, sino por la muy buena atención.

¡Habla Rufino!

Pero pese a nuestra insistencia, Rufino no nos dirá en general más que monosílabos –en todo caso, no parece tener tanto sentido del marketing como Don Jano. Máximo nos dará entender que lleva 20 años en el negocio y que su clientela es fiel. Afortunadamente para él, una asidua a sus chicharrones, la maestra Lily Maldonado, nos dirá mucho más: -Yo soy chalaca cien por ciento y siempre vengo con mi esposo e hijos, llevó comiendo más de quince años aquí, porque su chicharrón es el más fresco que hay dentro del mercado. Yo he sido profesora en el colegio Jorge Basadre y recuerdo que a la hora del recreo venía siempre con mis colegas, a veces nos demorábamos tanto repitiendo que llegábamos tarde y nos requintaban.

Mística chicharronera

En la zona exterior del mercado, cuadra seis de Sáenz Peña, la cosa parece estar más pareja, las cinco chicharronerías ofertan por igual el pan con chicharrón (con algunos “valores agregados” de menos o más, que son los que marcan la diferencia en algunos casos), ahí encontramos a Paula, la heredera de Jano, junto a su tío Javier, que sueltan la sinhueso, con el mismo gracejo criollo que don Jano; compitiendo codo a codo con sus paisanos. De entre ellos, destaca Chicharronería César, cuyo dependiente, que también se llama César, igual que su tío que atiende en el interior del mercado, nos habla –para nuestro alivio- en muy buen castellano, más sobrio que el de don Jano eso sí, quien nos informa que sus ancestros llevan cerca de sesenta años en el bussines del pan con chicharrón. Lo que observamos es que César ostenta cierta mística, ya que no todo parece ser negocio para él y no se emociona ante un grupo crecido de comensales que le piden atención: “No, no puedo atenderlos –dice serio y circunspecto, con una solemnidad más propia de un maestro de artes marciales- ¿a dónde mandaría a mis clientes que vienen siempre? Pero sin duda, el más afable de todos resulta ser Julio Su, de la Chicharronería Leyenda, que incluso se presta a posar para nuestro lente, según nos da entender, ellos fueron los primeros en salir hacia el exterior del mercado y que luego los siguieron los demás. Nos dice también que entre sus clientes está el propio Alan y que hasta el popular Melcochita en un asiduo comensal de “Leyenda”: “Él siemple contando chiste”, dice… -A ver cuéntate uno… El hombre lo cuenta a su manera –ni en mil años adivinaríamos lo que quiso decirnos- y luego suelta una risotada, muy oriental, y así mientras, se vacila solito, nos acercamos a sus clientes y les preguntamos: ¿Qué tal? -Yo soy chalaco y llevo viniendo tres años acá, con mi familia –nos dice Martín Castillo- en ningún lugar he probado un chicharrón igual, además el trato es de lo mejor. Otro tanto nos dice Milagros Lusa sobre las bondades de “Leyenda”: “MI esposo me trajo aquí hace quince años, es decir la edad de nuestra hija, y no hemos dejado de venir, nosotros nos venimos siempre desde Ventanilla, y palabra que vale la pena.

lunes, 4 de abril de 2011

GARRY OWEN

Tarde que temprano uno termina dándose cuenta de quienes son realmente los buenos y quienes los malos en esta vida, mientras tanto, hasta que llegue ese momento que ha de terminar por abrirnos los ojos por completo, nos seguirá alegrando el ver llegar de improviso al Séptimo de Caballería para acabar con los indios malvados que cargando en tropel, y ululando comos buenos sioux o cheyenes, pugnan por arrancarle la cabellera a los “carapalidas”… Obviamente, si es que a uno no le da lo mismo, algún día terminaremos por comprender que el Séptimo de Caballería no hacía sino conculcar los legítimos derechos de los pieles rojas a vivir en la pradera, bajo la bendición de Manitú, cazando bisontes, como lo venían haciendo desde que sus ancestros cruzaran el estrecho de Behring, mucho antes de que Colón la cagara descubriendo América, trayendo aquel sinnúmero de indeseables europeos que terminaron invadiendo el Nuevo Mundo, muchos en calidad de ilegales por cierto. Pero, ¿qué diablos me importaba eso a mí?... ¿acaso debía estar conciente de que como buen descendiente de chunchos, ashaninkas, campas, huitotos, o vaya saber Dios qué, los españoles vinieron a hacer aquí lo mismo que el Séptimo de Caballería en las praderas del Far West? Pues no, para efectos prácticos el Far West quedaba en los Estados Unidos de América… y yo por aquellos años me limitaba a ver en la tele como el teniente coronel George Armstrong Cooster, al frente de su brava columna de muchachos azules del Séptimo de Caballería hacía mierda a toda la indiada, sólo porque ésta no quería ir a morirse de hambre en la reservación, que tan gentilmente les había cedido el gran padre blanco de Washington. Y así, cuando “pelo amarillo” –que era como los indios llamaban a Cooster- abandonaba Fort Lincoln para vapulear a “Caballo Loco” y compañía, los hombres del Séptimo de Caballería iban cantando el himno del escuadrón: “Garry Owen” y uno se alegraba de lo lindo cuando los pobres pieles rojas caían de sus caballos, acertados por la infalible puntería de los winchesters o por los diestros sablazos de los casacas azules… cuando en conciencia, a quien en realidad debíamos hacerle barra era a los pobres indios de Norteamérica, tan afines a nosotros, los indios de Sudamérica… Sin embargo ahí estábamos todas las tardes nosotros en casa, disputándonos el hacer de cowboys durante nuestras escaramuzas infantiles, dejándole el deshonroso papel de indios a quienes no tenían la buena fortuna de que sus papis les compraran los consabidos pistolitas, sombreros y caballito de plástico. Y así fue como, cuando "Caballo Loco" y sus bravos le dieron su merecido a Cooster y a todos esos desalmados carapalidas en Litle Big Horn (fueron como 1800 indios contra 200 y pico de soldados), no celebramos la gran victoria de quienes con justicia hicieron valer –aunque temporalmente- sus derechos, sino que por el contrario, lloramos la muerte del teniente coronel Cooster, quien a la cabeza de su tropa de bravíos muchachos azules, emprendió el camino de la gloria eterna, al son del himno del legendario Séptimo de Caballería: Garry Owen… Y es que después de todo, si hubo algo que supieron hacer muy bien aquellos yankees desalmados, ello fue saber morir muy bien, como todos unos valientes, ante aquellos a los que tantas veces victimizaron… lo mismo que "Caballo Loco", "Toro Sentado" y "Gerónimo" (quienes al final terminaron mal muriendo en una de aquellas miserables reservaciones para indios)…



http://www.youtube.com/watch?v=nAAvhX6ta-U&feature=related



Garry Owen (letra)


No desmayéis hijos de Baco,

Uníos a mí jóvenes gallardos;

Venid y echad todos un trago,

Cantad y prestadme vuestra voz,

Para el momento del estribillo.



Coro



En vez de agua de la fuente

bebamos cerveza,

Travesura que en el acto pagaremos;

Nadie de Garry Owen a la cárcel irá por deudas

En este momento de gloria.

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