“Sí, tú lo has dicho, cada semana santa amigo, sin faltar una sola vez, desde hace 31 años”, responde Mario Valencia mientras comienza a vestir su habitual indumentaria, a saber… túnica blanca, manto rojo, sandalias… y por cierto, una especie de taparrabo que lleva de la cintura para abajo y con la cual, una vez flagelado y puesta sobre sus sienes la corona de espinas, habrá de recorrer el camino del cerro San Cristóbal para ser sometido al vil suplicio romano de la cruz a fin de reconciliar al género humano con el vengativo Dios de Abraham.
Pero aquello habrá aún de esperar, Jesús se mira al espejo, y luego de alisar sus crenchas nazarenas, y acicalar sus barbas, concluye que es el mismísimo hijo del hombre, tal y cual y de punta en blanco, listo para ser aclamado por la muchedumbre a su paso por las calles de Jerusalén, caballero en un jumento… o al menos esa sería la idea a fin de seguir a pie juntillas el guión original o lo que hace constar el evangelio según San Marcos, que para el caso es lo mismo. Sin embargo a poco habríamos de constatar que en ocasiones “Es Dios quien propone y el hombre quien dispone”.
-Imagínate hermano, uno escenifica la pasión de Cristo sin fin de lucro alguno, para que la gente mantenga viva la fe en el redentor de la humanidad y me quieren cobrar una luca por el alquiler…
-Tranquilo Jesús, Dios proveera… ¿no dicen? –y entonces Jesús me mira con cierto descreimiento…
-Ojalá y así sea hermano, no es lo mismo que Jesús entre a Jerusalén en pleno domingo de ramos a pie…
Pero la cosa no pierde nunca su encanto, sobre un pollino o a pie Jesús es Jesús y la gente lo aclama agitando las palmas de olivo, además están junto con él, Simón Pedro, Juan “el discípulo amado” y hasta Judas Iscariote, quien no obstante su ingrato papel resulta ser un sujeto de lo más carismático, no obstante algo me hace dudar de su invariable sonrisa, el pata como que parece estar medio “stone”… bueno, y ¿quién podría mantener la serenidad en situación tal sin un poco de ayuda extra…?, en breve, habrá de entregar a su maestro a los fariseos y doctores de la ley del sanedrín, a cambio de 30 lucas. Así, el Cristo continúa impertérrito su paso rumbo a su destino, mientras una viejecita, con el rosario en la mano, aparentemente incapaz de respirar siquiera, vocifera a voz en cuello: ¡Hosanna en las alturas, bendito el que viene en nombre del señor!
Sin embargo, pese al tremendo vocinglereo, nos damos con que no todo es júbilo entre quienes aclaman a su paso al hijo del hombre.
-Ay joven… ya no es lo mismo, antes venía más gente –refiere una dama de piel cetrina quien se recursea por estas fechas vendiendo palmas de olivo.
-¿Y por qué cree usted que ya no viene mucho la gente? –la inquirimos.
-Debe ser la falta de fé, la gente ahora viene de pura novelera, antes incluso se veía llorar a la gente cuando aparecía Jesús, ahora hasta se burlan, ya ni los jóvenes respetan…
En efecto, a la puerta de una casa observamos a un grupo de muchachos del barrio “bebiendo la sangre de Cristo”, mientras escuchan a volumen alto un pegajoso tema de moda a ritmo de reggaeton, al ver pasar al hijo del hombre, uno de ellos levanta su copa en alto espetándole: ¡Salú Jesús!
Jesús no dirá esta boca es mía en todo lo que resta del trayecto, después de todo, ¿para qué arrojar perlas a los cerdos?
Pero aquello habrá aún de esperar, Jesús se mira al espejo, y luego de alisar sus crenchas nazarenas, y acicalar sus barbas, concluye que es el mismísimo hijo del hombre, tal y cual y de punta en blanco, listo para ser aclamado por la muchedumbre a su paso por las calles de Jerusalén, caballero en un jumento… o al menos esa sería la idea a fin de seguir a pie juntillas el guión original o lo que hace constar el evangelio según San Marcos, que para el caso es lo mismo. Sin embargo a poco habríamos de constatar que en ocasiones “Es Dios quien propone y el hombre quien dispone”.
-Imagínate hermano, uno escenifica la pasión de Cristo sin fin de lucro alguno, para que la gente mantenga viva la fe en el redentor de la humanidad y me quieren cobrar una luca por el alquiler…
-Tranquilo Jesús, Dios proveera… ¿no dicen? –y entonces Jesús me mira con cierto descreimiento…
-Ojalá y así sea hermano, no es lo mismo que Jesús entre a Jerusalén en pleno domingo de ramos a pie…
Pero la cosa no pierde nunca su encanto, sobre un pollino o a pie Jesús es Jesús y la gente lo aclama agitando las palmas de olivo, además están junto con él, Simón Pedro, Juan “el discípulo amado” y hasta Judas Iscariote, quien no obstante su ingrato papel resulta ser un sujeto de lo más carismático, no obstante algo me hace dudar de su invariable sonrisa, el pata como que parece estar medio “stone”… bueno, y ¿quién podría mantener la serenidad en situación tal sin un poco de ayuda extra…?, en breve, habrá de entregar a su maestro a los fariseos y doctores de la ley del sanedrín, a cambio de 30 lucas. Así, el Cristo continúa impertérrito su paso rumbo a su destino, mientras una viejecita, con el rosario en la mano, aparentemente incapaz de respirar siquiera, vocifera a voz en cuello: ¡Hosanna en las alturas, bendito el que viene en nombre del señor!
Sin embargo, pese al tremendo vocinglereo, nos damos con que no todo es júbilo entre quienes aclaman a su paso al hijo del hombre.
-Ay joven… ya no es lo mismo, antes venía más gente –refiere una dama de piel cetrina quien se recursea por estas fechas vendiendo palmas de olivo.
-¿Y por qué cree usted que ya no viene mucho la gente? –la inquirimos.
-Debe ser la falta de fé, la gente ahora viene de pura novelera, antes incluso se veía llorar a la gente cuando aparecía Jesús, ahora hasta se burlan, ya ni los jóvenes respetan…
En efecto, a la puerta de una casa observamos a un grupo de muchachos del barrio “bebiendo la sangre de Cristo”, mientras escuchan a volumen alto un pegajoso tema de moda a ritmo de reggaeton, al ver pasar al hijo del hombre, uno de ellos levanta su copa en alto espetándole: ¡Salú Jesús!
Jesús no dirá esta boca es mía en todo lo que resta del trayecto, después de todo, ¿para qué arrojar perlas a los cerdos?