martes, 10 de abril de 2012

En verdad, ¿eres tú el “Cristo Cholo”?

La verdad, esta crónica durmió el sueño de los justos durante bien tiempo, pero una feliz circunstancia me permitió volver a publicarla en Semana Santa.

Diario El Callao, Abril de 2012

En verdad, ¿eres tú el “Cristo Cholo”?

“Sí, tú lo has dicho, cada semana santa amigo, sin faltar una sola vez, desde hace 31 años”, responde Mario Valencia mientras comienza a vestir su habitual indumentaria, a saber… túnica blanca, manto rojo, sandalias… y por cierto, una especie de taparrabo que lleva de la cintura para abajo y con la cual, una vez flagelado y puesta sobre sus sienes la corona de espinas, habrá de recorrer el camino del cerro San Cristóbal para ser sometido al vil suplicio romano de la cruz a

Pero aquello habrá aún de esperar, Jesús se mira al espejo, y luego de alisar sus crenchas

nazarenas, y acicalar sus barbas, concluye que es el

mismísimo hijo del hombre, tal y cual y de punta en blanco, listo para ser aclamado por la muchedumbre a su paso por las calles de Perusalén, caballero en un jumento… o al menos esa sería la idea a fin de seguir a pie juntillas el guión original o lo que hace constar el evangelio según San Marcos, que para el caso es lo mismo. Sin embargo a poco habríamos de constatar que en ocasiones “Es Dios quien propone y el hombre quien dispone”. fin de reconciliar al género humano con el vengativo Dios de Abraham.

Imagínate hermano, uno escenifica la pasión de Cristo sin fin de lucro alguno, para que la gente mantenga viva la fe en el redentor de la humanidad y me quieren cobrar una "luca" por el alquiler del burro…

Tranquilo Jesús, Dios proveera… ¿no dicen? –y entonces Jesús me mira con cierto descreimiento…

-Ojalá y así sea hermano, no es lo mismo que Jesús entre a Jerusalén en pleno domingo de ramos a pie…

Pero la cosa no pierde nunca su encanto, sobre un pollino o a pie Jesús es Jesús y la gente lo aclama agitando las palmas de olivo, además están junto con él, Simón Pedro, Juan “el discípulo amado” y hasta Judas Iscariote, quien no obstante su ingrato papel resulta ser un sujeto de lo más carismático, no obstante algo me hace dudar de su invariable sonrisa, el pata como que parece estar medio “stone”… bueno, y ¿quién podría mantener la serenidad en situación tal sin un poco de ayuda extra…?, en breve, habrá de entregar a su maestro a los fariseos y doctores de la ley del sanedrín, a cambio de 30 mangos. Así, el Cristo continúa impertérrito su paso rumbo a su destino, mientras una viejecita, con el rosario en la mano, aparentemente incapaz de respirar siquiera, vocifera a voz en cuello: ¡Hos

anna en las alturas, bendito el que viene en nombre del señor!

Sin embargo, pese al tremendo vocinglerío, nos damos con que no todo es júbilo entre quienes aclaman a su paso al hijo del hombre.

-Ay joven… ya no es lo mismo, antes venía más gente –refiere una dama de piel cetrina quien se recursea por estas fechas vendiendo palmas de olivo.

-¿Y por qué cree usted que ya no viene mucho la gente? –la inquirimos.

-Debe ser la falta de fé, la gente ahora viene de pura novelera, antes incluso se veí

a llorar a la gente cuando aparecía Jesús, ahora hasta se burlan, ya ni los jóvenes respetan…

En efecto, a la puerta de una casa observamos a un grupo de muchachos del barrio “bebiendo la sangre de Cristo”, mientras escuchan a volumen alto un pegajoso tema de moda a ritmo de reggaeton, al ver pasar al hijo del hombre, uno de ellos levanta su copa en alto espetándole: ¡Salú Jesús!

Jesús no dirá esta boca es

mía en todo lo que resta del trayecto, después de todo, ¿para qué arrojar perlas a los cerdos?

Bien, es hora de despedirse, en breve esto se pondrá feo… no tardarán hacerse presentes los corchetes (vulgo esbirros) del gobernador Poncio Pilatos para prender a Jesús… correrá sangre es seguro, así que es mejor ir diciendo adiós. Antes de despedirnos le preguntamos a Mario Valencia si es que alguna vez veremos La Pasión escenificada en el Primer Puerto.

“El hijo del hombre” parece entonces transfigurarse y mirando al cielo nos dice: “Vamos a ver hermano, Dios mediante…”.

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