Revista ANMMS, N.59 (Agosto de 2009)Ayacucho (Sep. 01, 2009). Los médicos del Hospital de Apoyo de la localidad de San Miguel, a tres horas de la ciudad de Huamanga, duermen prácticamente a la intemperie durante sus descansos. El recinto destinado para ello es una auténtica covacha, construida de adobe y triplay, un lugar inapropiado a todas luces para que los médicos puedan guarecerse de las inclemencias del clima de la localidad, ubicado en plena sierra, con lluvias constantes y un clima gélido que suele afectar su salud, ya que las ventanas carecen además de lunas y cortinas.
Trampa Mortal
Trampa Mortal
Ubicado en el segundo piso de una colapsada estructura de adobe, los médicos ni siquiera cuentan con el alumbrado necesario para poder descender con prontitud cuando son llamados de emergencia. “En más de una ocasión hemos estado a punto precipitarnos escaleras abajo”, refiere la joven doctora Rosa Pachas, oriunda de Cañete, quien realizó sus estudios en la Universidad San Luís Gonzaga de Ica.
Como si fuera poco, los profesionales de salud se ven expuestos a diario ya que, por ejemplo, el pasillo que conduce al “Consultorio del Niño y la Niña” es una trampa mortal. El techo del sector pasillo que conduce a dicho consultorio puede desplomarse en cualquier momento, una viga de madera tres metros y medio impide que ello termine de ocurrir, pero lo peor ("Dios no lo quiera", subaraya la doctora Pachas), podría suceder en cualquier momento.
Quirófano inoperativo
Sin embargo no son sólo los médicos quienes la pasan mal, ya que en el Hospital de Apoyo San Miguel no pueden hacerse intervenciones quirúrgicas. Pero curiosamente existe una sala de operaciones con casi todo el equipamiento necesario, con lo que no se cuenta es con energía eléctrica, por lo que los pacientes de la localidad, así como otros de los pueblos aledaños, que requieren ser operados de urgencia son derivados a Huamanga, falleciendo no pocos en el camino (son tres horas de camino nada menos por un camino accidentado). Según nos dijeron los médicos de dicho establecimiento, bastaría con un grupo electrógeno domiciliario, cuyo costo no excedería los cinco mil soles. De paso, sería bueno que los médicos puedan contar con un ambiente apropiado en el cual puedan descansar.
El SIS… ¡un vil engaño!
Añádase finalmente que los pacientes (lo mismo que en todo el país) suelen pensar que les basta con estar afiliados al Sistema Integral de Salud (SIS) suponiendo que todas sus necesidades de salud (léase atención médica y medicinas) serán cubiertas de manera integral, sin embargo la Dra. Pachas asegura que el SIS no cubre tales gastos y que el hospital suele verse en apremios por tal motivo. A todo esto cabe preguntarse qué fue del tan anunciado “Plan piloto de Aseguramiento Universal”, el cual debía instaurarse en Ayacucho, lo mismo que en Huancavelica y Apurímac.